La cara b de limitar la velocidad en ciudad: reducción de precio de seguro

por | Sep 8, 2023

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Efectos colaterales de limitar la velocidad en ciudad respecto a los seguros


 

La cara b de limitar la velocidad en ciudad: reducción de precio de seguro

La cara b de limitar la velocidad en ciudad: reducción de precio de seguro

 

 

Hace unos meses entraron en vigor los nuevos límites de velocidad en ciudad. Esta medida pretende reducir la siniestralidad en las vías de poblado. Porque, ¿dónde se producen actualmente más accidentes? ¿Cuáles son los más frecuentes? ¿Cómo afecta a la póliza del coche?

 

En qué consiste la normativa

 

El nuevo Reglamento de Circulación, aprobado el 10 de noviembre de 2020 estableció la velocidad máxima en vías urbanas a

  • 50 km/h en vías de dos o más carriles por sentido de circulación,
  • 30 km/h en vías de un único carril por sentido,
  • y de 20 km/h en vías que tengan una plataforma única de calzada y acera. Es decir, en vías donde no haya separación entre una acera para peatones y una calzada separada para los coches.

Aquí, no obstante, hay que tener en cuenta que los carriles reservados a la circulación de determinados vehículos o usuarios (como el transporte público, por ejemplo) no cuentan. Es decir, si una calle tiene dos carriles y uno de ellos está destinado al autobús o al taxi, se aplicará el límite de los 30 km/h.

Con el establecimiento de estos nuevos límites aumentan también las sanciones. Por ejemplo:

  • respecto al límite de 30 km/h, circular entre los 31 y 50 km/h no conllevará la pérdida de puntos pero sí una multa de 100 euros.
  • Para aquellos que conduzcan entre los 51 y los 60km/h se establece la pérdida de 2 puntos, más una sanción de 300 euros.
  • Serán 4 puntos y 400 euros para los que lo hagan entre los 61 y los 70 km/h,
  • y 6 puntos para los que se encuentren entre los 71 y los 81 km/h.
  • Circular a 81 km/h en adelante se considerará infracción grave y está penalizada con 6 puntos del carné y 600 euros de multa.

 

Las ventajas de la limitación

 

Entre las ventajas de la medida se encuentra la reducción en hasta un 80% del riesgo de fallecer por un atropello. Sin embargo la gravedad de los accidentes de este tipo no será la única que se reducirá, sino también la del resto de siniestros (las lesiones suelen ser menos graves cuanto menor es la velocidad). Tal es así, que el exceso de velocidad está presente en el 23% de los accidentes mortales.

Por no hablar de que “bajar de revoluciones” atenuará las posibilidades de tener un accidente en términos generales. Esto es algo clave en vías interurbanas, las más peligrosas en la actualidad.

También el cambio es muy positivo:

  • en aquellas ciudades y emplazamientos en los que llueve habitualmente. Esta reducción de la velocidad permite reaccionar antes si las ruedas patinan sobre la calzada mojada, etcétera.
  • Así como en grandes urbes y zonas con mucho tránsito peatonal, vías transitadas por ciclistas, por escolares, etcétera. “En cualquier caso, tener más tiempo para reaccionar acabará evitando muchos accidentes a largo plazo. Sobre todo si asumimos que las distracciones se encuentran detrás del 30% de los accidentes mortales, y que ir más despacio nos deja más margen de actuación.

Asimismo, la velocidad influye en el vehículo, que debe destinar muchísima más fuerza a frenar cuanto más rápido se circula, con las consecuencias que esto acarrea.

La DGT también ha hecho hincapié en la reducción del ruido –hasta la mitad– y de la contaminación. Respecto a esta primera, los expertos indican que reducir el ruido del tráfico es incluso capaz de aumentar el valor de los inmuebles de esa zona en la que se ha restringido la velocidad. Y es que el tráfico es el causante del 80% de la contaminación acústica de una ciudad. En cuanto a la contaminación atmosférica, circular a menos velocidad permite ahorrar combustible y reducir las emisiones.

 

Un incentivo para nuevas formas de movilidad: La cara b de limitar la velocidad en ciudad

 

Otra de las posibles consecuencias de estas restricciones sea la apuesta por otro tipo de movilidad. La bicicleta, el transporte público, los patinetes, se postulan aquí como grandes alternativas.

Reducir la velocidad permitirá a los ciclistas y peatones sentirse más seguros. Algo fundamental si queremos incentivar el uso de la bici. De hecho y según una encuesta realizada con anterioridad por Acierto.com, más del 40% de los españoles creía que desplazarse al trabajo en bici era peligroso. Esto podría cambiar fruto de la iniciativa.

Aquí no podemos dejar de comentar que, desde el inicio de la pandemia, el uso de la bicicleta se disparó –en algunas ciudades como Madrid y Barcelona por encima del 100% durante los meses de desescalada–, hasta el punto que muchas empresas de venta de bicis se quedaron sin stock.

 

Menos siniestralidad, seguros más baratos

 

Más allá de las ventajas obvias, reducir la siniestralidad también afecta positivamente al seguro del coche. De hecho el historial de siniestralidad es uno de los factores principales que tienen en cuenta las aseguradoras a la hora de calcular el precio de la póliza de un vehículo. Si un conductor tiene menos accidentes, tendrá un perfil de conductor menos riesgoso para las aseguradoras. Algo que podría verse plasmado en una reducción de la prima.

Pero también es importante la gravedad de estos partes. Es decir, un accidente con daños a terceros (a quienes se deba pagar desperfectos y una indemnización por daños corporales) siempre será más caro que un siniestro en el que, por ejemplo, el conductor haya rozado un pilar del parking donde estaba estacionando.

En este caso, el nuevo reglamento también influye, pues la DGT estima que gracias a estos límites de velocidad, se reduce hasta un 80% el riesgo de fallecer como consecuencia de un atropello. Es decir, cuando la velocidad del vehículo que impacta es de 30 km/h, el riesgo es del 10%; mientras que si la velocidad es de 50 km/h, ese riesgo asciende en torno al 90%. Por supuesto, también se reducirá la gravedad del resto de percances.

Dicho lo cual, no son los únicos puntos que analizan las aseguradoras, sino que a estos habrá que añadirle otros como la zona por la que se circula (el clima, la orografía, el tipo de carreteras son patrones que influyen en la accidentalidad), el uso que se hace del vehículo, el tipo de vehículo que se conduce, cuándo queremos que entre en vigor la póliza, la edad del conductor, los años que lleva sin dar partes, la antigüedad de su carnet de conducir, etcétera.

 

JOSE LUIS ALVAREZ, formador vial

 

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