La educación y formación vial para las personas mayores
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Retos de las personas mayores
Desde la perspectiva de las habilidades psicomotoras y perceptivas necesarias para la conducción y el uso general de las vías públicas, la edad se convierte en un factor relevante. Con el paso del tiempo, se producen cambios en las funciones perceptivas y motoras, así como disminuciones en la función sensorial, que se manifiestan de manera gradual y con variados niveles de intensidad. Esto conlleva la alteración de ciertas capacidades y un deterioro progresivo de aspectos como la visión, la capacidad auditiva, la psicomotricidad y el tiempo de respuesta motora. Sin embargo, no todas las capacidades y habilidades disminuyen en la misma medida ni afectan de igual manera a todas las personas.
Las enfermedades cardiovasculares tienen una alta prevalencia en la población de edad avanzada. Además, el 40% de las muertes súbitas tienen origen cardiovascular, lo que sugiere que estas afecciones podrían influir en la capacidad de conducir vehículos. Entre las personas mayores, es más común encontrar trastornos cognitivos como demencias, depresión, fatiga y trastornos del sueño, que en ocasiones se han vinculado con accidentes de tráfico y deficiencias en la conducción. A partir de los 64 años, aproximadamente el 14% de los conductores experimentan declive cognitivo, un 7% demencias leves y un 3% demencias moderadas.
La salud de los mayores en la actualidad
No obstante, el estado de salud general de los adultos mayores es notablemente mejor que hace décadas, lo que ha llevado al aumento demográfico en este grupo. Desde finales del siglo pasado hasta 2020, la población de personas mayores ha crecido en un 75%. Además, los adultos mayores han incrementado su tiempo y distancia de conducción anual de manera más significativa que otros grupos etarios. Esto implica que este grupo enfrenta un aumento progresivo en la exposición al riesgo vial en los últimos años, lo que resalta la necesidad de enfocarse en una educación vial diversificada para ellos, abarcando roles como peatones, pasajeros y conductores.
La formación vial para las personas mayores
En relación a la formación de conductores mayores, existen opiniones variadas sobre la utilidad de programas de capacitación específicos. Esto incluye programas de reintegración gradual a la conducción después de enfrentar ciertas discapacidades. A pesar de la importancia de los exámenes médicos periódicos en los centros de revisión de conductores durante la renovación de los permisos, resulta esencial priorizar la educación vial para las personas mayores. Asimismo, la sociedad en su conjunto debe brindar apoyo y solidaridad a este grupo, ya que enfrentan nuevas necesidades y requieren adaptarse a vehículos y vías más avanzados. Es responsabilidad de la sociedad facilitar esta adaptación, compartir el esfuerzo y también recae en las personas mayores reconocer y aceptar estas necesidades.
Aspectos a abordar
Algunos de los aspectos que se deben abordar en la formación y educación vial para las personas mayores son:
- La normativa vigente sobre el tráfico y la seguridad vial, tanto para los conductores como para los peatones.
- Los factores de riesgo asociados al envejecimiento, como la disminución de la agudeza visual, auditiva o cognitiva, la pérdida de reflejos o la toma de medicamentos que pueden afectar a la conducción o al desplazamiento peatonal.
- Las medidas de prevención y protección que se deben adoptar para evitar o minimizar los accidentes de tráfico, como el uso del cinturón de seguridad, el casco, el chaleco reflectante o el bastón.
- Las alternativas de movilidad que existen para las personas mayores, como el transporte público, el vehículo compartido, la bicicleta o el patinete eléctrico.
- Los recursos y servicios disponibles para las personas mayores relacionados con la seguridad vial, como las asociaciones, las campañas, los talleres o los cursos.
La formación y educación vial para las personas mayores no solo tiene beneficios para la seguridad y la movilidad de este colectivo, sino también para su salud y su calidad de vida. Algunos de estos beneficios son:
- Mejorar la autoestima y la confianza de las personas mayores al sentirse más capacitadas y seguras para circular por las vías públicas.
- Fomentar la autonomía y la independencia de las personas mayores al facilitar su acceso a los lugares y actividades que les interesan.
- Promover el envejecimiento activo y saludable de las personas mayores al estimular su actividad física, mental y social.
- Prevenir el aislamiento y la soledad de las personas mayores al favorecer su participación e integración en la comunidad.
En conclusión, la formación y educación vial para las personas mayores es una actividad muy recomendable que puede mejorar significativamente la seguridad, la movilidad, la salud y la calidad de vida de este colectivo. Por ello, es importante que se impulse y se facilite desde las administraciones públicas, las entidades sociales y los propios familiares y amigos de las personas mayores.
Desafíos para la formación vial de personas mayores
A pesar de los beneficios que puede aportar la formación y educación vial para las personas mayores, existen algunos desafíos que dificultan su implementación y su efectividad. Algunos de ellos son:
- La falta de conciencia sobre la importancia de mantenerse actualizado en materia de normas, señales y hábitos viales.
- La resistencia al cambio o a admitir posibles limitaciones o deterioros que afecten a la capacidad de conducir o caminar con seguridad.
- La escasez de recursos económicos, humanos y materiales para desarrollar e impartir estos programas.
- La falta de coordinación entre los diferentes agentes implicados, como las administraciones públicas, las entidades sociales, las escuelas de conducción o las asociaciones de mayores.
- La ausencia de una evaluación rigurosa del impacto y la eficacia de estos programas.
Experiencias de formación vial para personas mayores
A pesar de los desafíos mencionados, existen algunas experiencias exitosas de formación y educación vial para las personas mayores en el mundo. Estas actividades pueden servir como referencia o inspiración para otras iniciativas. Algunas de ellas son:
- El programa “Conduce con seguridad” (Drive Wise) de Canadá. Ofrece cursos gratuitos en línea o presenciales para conductores mayores de 55 años, con el fin de mejorar sus habilidades, conocimientos y actitudes al volante.
- El programa “Movilidad segura” (Safe Mobility) de España. Ofrece talleres prácticos y teóricos para peatones mayores de 65 años, con el fin de mejorar su percepción del riesgo, su capacidad de reacción y su autonomía personal.
- Programa “Conducción segura para adultos mayores” (Safe Driving for Older Adults) de Estados Unidos. Presenta cursos presenciales o en línea para conductores mayores de 50 años, con el fin de actualizar sus conocimientos sobre normas, señales y situaciones viales.
- El programa “Movilidad sostenible para personas mayores” (Sustainable Mobility for Older People) de Reino Unido. En este caso se propone asesoramiento personalizado, información y recursos para promover una movilidad activa, sostenible y saludable entre las personas mayores.
Conclusión
La formación y educación vial para las personas mayores en el mundo es una herramienta clave para mejorar la seguridad y la movilidad de este colectivo. Sin embargo, se requiere un mayor compromiso e inversión por parte de los diferentes actores involucrados, así como una evaluación continua de los resultados obtenidos. Asimismo, se debe fomentar una cultura vial basada en el respeto, la solidaridad y la convivencia entre todos los usuarios de la vía pública.
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