Estado de carreteras y accidentalidad
El estado de las carreteras es uno de los factores de siniestralidad que más dependen de las Administraciones públicas; pero cuando hay un accidente siempre influye también el factor humano. Si nos encontramos con un socavón, con un bache o con una grieta, es muy importante que sepamos reaccionar. De este modo es más probable que seamos capaces de evitar un accidente.
Un mal estado del pavimento, de deterioros superficiales o estructurales, provocan mayores emisiones a la hora de conducir, mayores deterioros del vehículo, y mayores consumos de combustible. Los deterioros en las carreteras se producen básicamente por dos razones.
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- El paso del tiempo asociado a la climatología; el agua es el principal enemigo de las carreteras;
- y segundo lugar, agotamiento de los paquetes de firme por el paso continuado de vehículos.
Estos desperfectos obligan a los conductores a reducir la velocidad y a extremar la precaución al volante. Sin embargo y aunque parezca increíble, una carretera en mal estado no es sinónimo de alta siniestralidad. Se da la paradoja de que si tienes un pavimento, cuanto peor conservado esté, probablemente menos accidentes tenga esa carretera; lo cual es una situación absurda, pero cierta. Cuando el conductor percibe un mal estado del pavimento, inmediatamente lo que provoca es un descenso en la velocidad.
Motoristas y ciclistas son los que más padecen los desperfectos de la calzada. Según un estudio reciente, el 75% de los moteros culpan al mal estado de las carreteras de la mayoría de los accidentes que sufren. Cualquier irregularidad afecta principalmente más a un vehículo de dos ruedas. De hecho vemos que todos los ciclistas y motociclistas miran mucho más al pavimento que el que circula en coche. Instintivamente va a evitar ese bache. Esa maniobra evasiva sin ningún tipo de preaviso es la más peligrosa que se da en el ámbito urbano y donde sistemáticamente va a haber problemas. No recomendaría hacer una maniobra demasiado de emergencia para evitar un bache; es mejor bajar la velocidad, aminorarla, echar a un lado el vehículo si hay posibilidad y margen; pero mejor comerse un bache que evitarlo de manera brusca.
Los desperfectos en el asfalto duplican el riesgo de sufrir el reventón de un neumático. Hasta talleres como éste llegan cada día decenas de vehículos con las ruedas muy deformadas. En algunos casos esos daños provocan accidentes inexplicables que se producen días o meses después del impacto de la rueda contra un bache. El impacto lo que hace es descuadrar el equilibrado del neumático, lo deforma demasiado. Este es un ejemplo de un neumático muy desgastado. Tiene esta franja mucho más comida, generando rajas que pueden reventar en cualquier momento.
También eso afecta a la dirección; cuantos más golpes tenga, más sufre la dirección y el paralelo se desajusta. El coche empieza a desviarse hacia los lados y se puede torcer el volante.
Cuanto más despacio pase por ese hueco, menos sufre el neumático. Antes de llegar al socavón, hay que bajar la velocidad y, según bajas al hueco, acelerar para salir sin problema y que no sufra el neumático.
Para nuestra seguridad al volante, es esencial que las ruedas del vehículo estén en perfectas condiciones. Los neumáticos en mal estado provocan el 55% de los accidentes con víctimas.
Texto y vídeo extraídos de Seguridad Vital
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