Interacción entre los diferentes sentidos durante la conducción
En ocasiones, la percepción se asocia principalmente con el sentido de la vista. La mayoría de las ilusiones perceptivas son ilusiones ópticas o visuales, y gran parte del capítulo dedicado a la percepción se enfoca en la visión. Esto no es casualidad, ya que la visión es un sentido predominante en muchas actividades cotidianas para la mayoría de las personas.
En cuanto a la conducción, se ha afirmado que el 90% de la información que percibe el conductor proviene del sentido de la vista. Además, los vehículos modernos son cada vez más silenciosos y los conductores están cada vez más aislados de las vibraciones mecánicas causadas por las irregularidades del terreno. Por esta razón, el uso de claves visuales se vuelve cada vez más crucial en la conducción.
Además, la actividad perceptiva suele involucrar diversos tipos de estímulos que interactúan entre sí para brindarnos una configuración completa de la realidad. Esta configuración va más allá de la simple acumulación aditiva de cada una de las características percibidas por las diferentes modalidades sensoriales.
Las diferentes modalidades sensoriales
Las diferentes modalidades sensoriales de que disponemos las personas, en base al tipo de estimulación y al tipo de receptores que le corresponden:
Visión ⇒ Luz
Audición ⇒ Sonido
Tacto ⇒ Presión
Temperatura ⇒ Calor y frío
Gusto ⇒ Cambios químicos en líquidos
Olfato ⇒ Cambios químicos en gases
Cenestésico Posición del cuerpo, músculos, tendones
Vestibular ⇒ Gravedad, aceleración, equilibrio
Dolor ⇒ Agresiones físicas
La percepción del sonido es de suma importancia para la seguridad en el tráfico. Una señal acústica nos permite evitar un accidente o alertar a alguien sobre un peligro cercano. Incluso un peatón puede determinar la dirección y la distancia de un vehículo por el sonido del motor. Además, es interesante el efecto combinado del sonido con otros sentidos. Por ejemplo, el sonido puede influir en la percepción de la velocidad del vehículo en el que se viaja, así como en la de los otros vehículos en el entorno.
En algunos casos, la estimulación de una modalidad sensorial puede tener un efecto sobre la percepción de otra modalidad. Por ejemplo, en un experimento de Mudd y Michels (1947), se mostró que la estimulación auditiva influye en la percepción táctil de la intensidad de la presión. Los sujetos del experimento debían ajustar la presión de un dispositivo de manera que coincidiera con la intensidad de un tono auditivo. Se observó que cuando la intensidad del tono aumentaba, los sujetos percibían una presión más intensa en el dispositivo, aunque ésta no había cambiado en realidad. Por otro lado, en la vida cotidiana, la música puede afectar la percepción emocional de las imágenes visuales en una película, potenciando o inhibiendo ciertos sentimientos.
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En ocasiones, la estimulación de una modalidad sensorial puede evocar una respuesta en una modalidad diferente. Por ejemplo, cuando exploramos una habitación en completa oscuridad tocando los objetos y las paredes, podemos visualizar mentalmente el espacio. También podemos experimentar sensaciones de vértigo al ver ciertos efectos especiales en el cine, como pantallas de 180º que muestran montañas rusas o carreras de coches, provocando una sensación de vértigo en los espectadores. En algunas personas, ciertos sonidos pueden evocar colores en su percepción.
La complejidad de algunas funciones perceptivas radica en que rara vez se presentan de manera aislada. Un ejemplo de ello es el sentido del gusto. Aunque existen receptores específicos para detectar el sabor en la lengua (las papilas gustativas), al saborear algo no se puede experimentar una sensación pura de gusto, ya que el sabor es una combinación de múltiples factores, tales como el tacto, la presión, la temperatura, el dolor y el olfato.
Es cierto que el mantenimiento del equilibrio del cuerpo no depende únicamente del sentido del equilibrio vestibular, sino que otros sentidos también intervienen en este proceso. Por ejemplo, el sentido cenestésico o muscular, que nos informa sobre la posición y movimiento de las diferentes partes del cuerpo, es esencial para mantener el equilibrio. La visión también juega un papel importante, ya que nos permite ver el entorno y ajustar nuestro equilibrio en función de lo que vemos. El tacto, especialmente en los pies, nos proporciona información sobre la superficie en la que nos encontramos y ayuda a mantener el equilibrio. Y en algunas situaciones, como en la realización de movimientos rápidos y bruscos, la audición también puede ser importante para mantener el equilibrio.
En cuanto a la combinación de los sentidos, se ha observado que hay neuronas polisensoriales en el cerebro que responden a diferentes tipos de estímulos procedentes de distintos receptores. Es decir, el cerebro no procesa la información de cada sentido de forma aislada, sino que integra la información de los distintos sentidos para generar una percepción unificada y coherente del entorno. Este proceso de integración multisensorial es esencial para la percepción del mundo que nos rodea y para mantener el equilibrio del cuerpo.
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